ISSN 1806-9312  
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547 - Vol. 5 / Edição 1 / Período: Janeiro - Fevereiro de 1937
Seção: Trabalhos Originais Páginas: 21 a 36
CONSIDERACIONES DE ÍNDOLE MÉDICA SOBRE LOS RUIDOS DE LA CIUDAD (*) -PARTE 2
Autor(es):
PROF. PEDRO BELOU

CAPITULO II

PATOLOGIA

Consideraremos ahora ligeramente las lesiones patológicas que puede determinar el excessivo cuido sobre el órgano del oído y sobre los sistemas orgánicos con este órgano sensorial tan intimamente vinculados.

Si en algún momento de mi disertación he llegado a abrigar temor de abordarle de un punto de vista técnico, es este, en el que debo presentar a un público de carácter general, consideraciones ilustrativas, que no lleguen a perturbar, por falta de capacitación técnica, el criterio que deseo fijarles apxopósito de las mismas. Por ello también esta fase del tema la he apenas de esbozas, principiando por proyectar en la pantalla, varios dispositivos de cortes Nisto-patológicos que mostrarán efectos de los traumatismos vibratorios en el oído.

Debo deciros, en primer lugar, de que los traumatismos sensoriales pueden dar origem a todas las entidades nosológicas de la patología auditiva, bien determinándolas directamente, bien interviniendo como agentes nocivos estimulantes, sobre fondos ya preparados, por la existencia de otras enfermedades de carácter general que puedan hacer una localización auditiva; y así dentro de la nosología cabe desde la cofosis o sordera completa y permanente de ambos oídos hasta una serie de hipoacucias o sorderas relativas con disminución de la perceptividad auditiva, determinada por buen número de lesiones que se llaman congestiones del oído médio e interno, catarros secos, otitis, infiltrantes y adhesivas medias e internas, otoesclerosis, oto-espongiosis, anquilosis del estribo; desde las sorderas llamadas periféricas, a la agnosia o sordera psíquica; sordera verbal que permite a los enfermos oir los ruidos o sonidos pero no interpretarlos, que permite percibir las palabras, siri entenderlas, como si por ejemplo, a uno de vosotros que tiene su percepción normal y no conote el chino, le hablaran en esa lengua; y no sigo con esta enumeración por cuanto por el momento no nos interesan ni los procesos en si, ni su descripción patológica, para los fines que nos reúne.

El traumatismo vibratorio ocasionado por los grandes ruídos puede afectar esencialmente al oído medio, con rupturas de tímpano, hemorragias y lesiones específicas de la caja como la otoespongiosis, y afectar esencialmente al oído receptor sensorial, es decir el laberinto u oído interno, y determinar toda una patología laberíntica, desde la hiperemia o congestión laberíntica; con su cortejo sintomático de vértigos, ruidos subjetivos, torpeza cerebral, nauseas, marcha incierta; a la hemorragia del laberinto con su cuadro dramático brusco de sordera casi absoluta, vértigos y zumbidos intolerables, vómitos acompanados de nistagmus y de estado semisincopal, sindrome que desde que Meniere publicó el primer caso de autopsia bien observado (Gazette Medicale de Paris - 1867) se ha denominado con el nombre del investigador francês y hoy se considera como la expresión máxima local del trauma sensorial; originándose con la hemorragia laberíntica - basta una gota de sangre para ello, la ofensa de las terminaciones neuro-epiteliales del nervio acústico, manifestándose principalmente los vértigos si el derrame alcanza a las ampollas de los conductos semicirculares, y la sordera si llega al caracol membranoso. Insisto brevemente sobre este tópico por cuanto de un punto de vista médico, el síndrome de Meniere, en todos sus aspectos desde las formas graves a las mas leves, constituye la representación sintomática local de los trastornos vaso-motores del laberinto, los cuales a sua vez están supeditados tan esencialmente al truma vibratorio de los grandes ruidos. Caben en él todas las gradaciones, desde los ataques de vértigo intermitentes, a estados vertiginosos mas o menos acentuados y persistentes con inseguridad en la marcha, con zumbidos, vómitos, sordera mas o menos pronunciada; el enfermo camina con tal inseguridad que no se atreve a salir a la calle sin una persona que le acompañe, abriendo las piernas para no caerse, como los marinos a bordo, y siempre este proceso auricular que puede ser también de índole tóxica, responde a congestiones angio-neuróticas del vestíbulo y de los conductos semi-circulares, en sujetos cuyo sistema nervioso está agotado; trastornos vaso-motores del laberinto con o sin derrame seroso o hemorrágico en el interior de la cápsula laberíntica.

El trauma vibratorio actúa con sus efectos sobre el oído interno, como una contusión directa Ilevada sobre el órgano; y en tal carácter sus ofensas entran en el cuadro de las nosológicas traumáticas del oído, como pueden ser las caídas, los fuertes golpes sobre la cabeza, las heridas punzantes que penetran por el conducto auditivo externo.

La brusca compresión del aire en el conduto, determinada por la detonación de un arma de fuego a plena oreja, o por la detonación vibratoria del estampido de un canon produce una conmoción laberíntica, mas grave aún si no hay rotura de la membrana del tímpano, la que absorbe una gran parte de la fuerza viva; y aún cuando solo por rara excepción, la autopsia ha permitido revelar las lesiones anatómicas laberínticas de la contusión, admítese como un hecho primario, que la detonación ha determinado fuertes sacudidas del líquido laberíntico las que han producido cambios violentos de posición de las terminaciones neuro-epiteliales del nervio acústico, a consecuencia de las cuales el nervio ha sido fuertemente irritado.

Esta conmoción primaria a su vez puede traducir su reacción por neuritis del acústico, reacciones de las vias de transmisión y asociación. Vertigos con sus múltiples facetas clínicas, desde el gran estado vertiginoso a menudo giratorio, que determina la caída violenta y rápida con su cortejo de fenómenos oculares asociados, visión doble, bruma visual, vómitos, ruidos subjetivos intolerables, nistagmus, corazón débil, piel fría y viscosa, estado lipotímico, a una cantidad de procesos intermediarios en la intensidad sintomática, en los que el síntoma desorientación, consistente en la incoherencia e irregularidad de las sensaciones en el espacio, se une el desequilibrio a movimientos desusados, a nuevas impulsiones impresas a un organismo inhábil, para mantener su primitiva estática deambulatoria.

Pero ya os dije, señores, que no quiero ni debo en este rápido exámen de la patología traumatizante del órgano del oído y de sus vías de asociación, menos, mucho menos aún que en el capítulo precedente, pretender llevaros ante la sintomatología de las complejas psico-neurosis, de la variada nosología mental, dentro de cuyos cuadros mórbidos la lesión auditiva ha tenido participación primordial, o causal determinante o muy activa en padecimientos nerviosos y mentales varios.

Siempre he creído inadecuado hablar tecnicamente de enfermedades, ante públicos no preparados tecnicamente para la ordenada capacitación de aquellas, y es por ello que pido excusas ante el distinguido auditorio que me hace el honor de escucharme en esta deshilvanada exposición si, como síntesis del pensamiento que me mueve y del fin que me propongo, rememoro a vuelo de pájaro impresiones recogidas en el viejo Mundo, poco tiempo después de que la gran guerra pasara sobre los campos floridos de la Francia como una catástrofe geológica.

Visitábamos en esa época la comarca del Marne tas castigada por la guerra; en una mañana invernal que cubría con el blanco sudario de su nieve los estragos de aquella hecatombe. Sobre el desierto de esa sábana inmensa, solo millares de cruces alineadas; campos desvastados; hilos e hilos de alambres de púa retorcidos, enormes cráteres abiertos por las máquinas infernales que el hombre ha creado para su destrucción. De tarde en tarde la mano pausada del campesino roturando la tierra, con el desgano fatalista de quien piensa: para que abrir de nuevo el surco? ; allá, en las derivaciones de un largo camino a cuya vera la mirada solo divisa el mismo aspecto de desolación silenciosa de una gran tragedia pasada, el villorrio de pabellones de Chalons se destaca levemente con la patina gris sucia de las construcciones francesas sobre el fondo blanco gris del sugestionaste paisaje.

Es uno de los cien asilos departamentales que están diseminados regionalmente para el aislamiento y tratamiento de los enfermos mentales.

Allí nos esperan. Tengo interés en visitar uno de los tantos hospicios de alienados que ha tenido que hacinar su contenido para poder dar cabida al inmenso despojo mental que la gran guerra arrojó en las exclusas de sus deshechos.

La casa ha tenido que comprimir las exiguas ubicaciones de su contenido habitual, para soportar esta alucinante invasión que en ella ha hecho el contuso psíquico... este desgraciado mártir, víctima de un complejo brutal exterior en el que han tomado parte predominante sus dos órganos sensoriales mas importantes la vista y el oído. Doloroso e impresionante espectáculo de conmiseración y de amargura.

Llena las salas, ocupa los pasillos, desborda-los patios, cuaja las viviendas improvisadas que se anexan para dar cabida al aluvión, desplaza y arrincona toda la gama mental crónica de los huéspedes habituales del manicomio. Así está abarrotado Chalons; así Bicetre; así Saint Dizier que recorremos posteriormente en Haute Marne, Saint Athanase de Quimper; así Sainte Gemmes de Angers; Clermont en Oise; Saint Jacques en Nantes; Dieppe, Poitiers y los cien nosocomios de la Francia inundados por el despojo psíquico del pobre soldado que- perdió la razón, viendo y oyendo los horrores de la conflagración.

Son contusos mentales. Miles ya abandonaron esta primera cura de aislamiento porque felizmente la mayoría de estos procesos son curables, aún cuando muchos dejan secuelas definitivas; quedan los rezagados, los ya definitivamente crónicos, que han cambiado de etiqueta en la nomenclatura de sua primitivo proceso, y han engrosado las filas de los dementes precoces, de los delírios crónicos, de los vesánicos, de los confusos lipemaníacos o melancólicos, de todas esas entidades patológicas que significan en general procesos demenciales crónicos, cuyos rótulos son como el certificado de la irremedíable noche mental de sus desgraciados portadores.
Sobre la masa a fundamento complejo y múltiple, pues no solo son los estímulos horrorosos de la vista y del oído los causales, sino también la vida terrible, hacinada, menesterosa; el hambre, la fatiga, el insomnio, el horror, el terror bajo todos sus aspectos originarios, priman sin embargo en la mayoría la contusión sensorial visual y auditiva. Y es en esta sintomatología que se encuentra el máximo de fundamentos mórbidos de estos delirantes, de estos sindromes mórbidos de la emotividad, en los que prevalecen las alucinaciones acústicas y en donde se encuentran buen número de sordo-mudos neuróticos.

La hiper-excitabilidad auditiva es tal en algunos de ellos, que basta el mas pequeño ruido, una cucharita que cae, una silla que se arrastre una puerta que se cierre, para que corran ahuyentados como si fueran perseguidos por una bomba de estruendo; y sin entrar ni siquiera a la enumeración de los estados mórbidos que se establecen en estos ilusos y alucinados acústicos, quiero solo mencionarles que el neuro-traumatismo que establece la sordo-mudez neurótica, es ordinariamente absoluta, con sordera bilateral, sin el menor asomo de percepción ósea o aérea, y sin poder articular una sola palabra ni emitir sonido alguno, viendose obligado el enfermo a utilizar la escritura y los signos para comunicarse con sus vecinos. En estos casos, que a veces pueden ir acampanados de surdi-ceguera, o de surdi-muti-ceguera, el trauma vibratorio no ha producido un proceso orgánico, como el que establece a consecuencia de la hemorragia del laberinto, y solo ha actuado como estimulante enérgico y predominante en sujetos agotados nerviosos, que pueden Negar al mismo defecto auricular por causas emocionales varias, un gran susto, una penosa contrariedad.

Claro está que al entrar a este somero exámen de la patología producida por los monstruosos ruidos de la guerra, no pretendo con ello demostrar que los ruidos urbanos pueden determinar análogas conmocíones. Pero os he traído una breve resma de los efectos de los mismos, con el objecto de que sepais, que aunque menos ruidosa y menos dramática, hay también una patología derivada de los persistentes continuados y destemplados ruidos de la ciudad, que no es tan alarmante por supuesto, peru que afecta sensiblemente a la población, primero localmente en su órgano de la audición como he podido comprobarlo por la frecuencia de procesos varios conducentes a la sordera en los obreros sometidos al ruído exagerado de la fábrica, concordante en ello con otras estadísticas, y segundo y mas importante, por la acción secundaria sobre el sumo, función vital de reposo de reparación, cuyo coeficiente de rendimiento reparador se altera, estando el sujero sometido a un desgaste exagerado y a una reparación deficiente; acción que se manifiesta también sobre el carácter, sobre el rendimiento mental, sobre la excitabilidad, sobre la fatiga del sistema nervioso, sobre la función neuro vegetativa en general, sin dejar de reconocer de que el organismo, paciente laboratorio resignado, concluye por adaptarse, y de que posiblemente, ha de sucederlo que con otros males con los que nos ha tocado enfrentamos, por corresponder su génesis a la época en que vivimos, época denominada con razón el siglo del nervio; y de que las nuevas generaciones que no han conocido otros ambientes mas silenciosos, concluirán por hacerse mas tolerantes a las posibles ofensas acústicas.

Por lo pronto el hecho real es que la urbe con sus fuentes de excitabilidad, en las que priman las sensoriales auditivas, crea su tipo; verdadero especimen urbano, agitado por lasmil sensaciones y emociones que surgen del dinamismo de la ciudad; cuya máxima encarnación, fácil me será presentarla en la persona del periodista de esta propia casa, cuya vida afanosa, inquieta, nervioso, insomne, se quema bajo la excitación sensorial acústica de todo lo que le rodea, desde el martilleo del conmutador de Morse que le trae en la onda cablegráfica el ruido del Mundo, a la campanilla insistente del teléfono que le transmite el episodio turbulento de la ultima noticia policial; desde el acicate ruidoso de las máquinas que han de imprimir vertiginosamente la hoja lanzada a la circulación diaria, a la sirena de esta casa que se yergue en su cúspide como un símbolo, lista para estremecer los oídos de la población con la noticia del último magno acontecimiento o de la última catástrofe producida en el orbe.

La imagen de don Segundo Sombra surge por contraste, al tranquito tardo de su caballo, en el ocaso de una tarde somnolenta, ante el dulce y reconfortante letargo de las lomas silenciosas que se tienden a su vista; y con ella el rancho de adobe; nuestro criollo de tez curtida por el sol y por el viento, a su vera, que escruta el silencio de esas mil pequeñas vibraciones indescriptibles que se armonizam y se funden en la magestosa calma, y se eleva en la paz de los campos, sobre las mies que se pierde en lontananza, como el rumor indecible de un misterioso himno vesperal; inimitable sinfonia con que la naturaleza anuncia su próximo reposo, y parece dedicado al astro sol que acaba de hundir su rojo disco en el ocaso.

Debo observar sin embargo, de que esta última antitesis es imagen recogida en viejos tiempos, porque ahora sobre el rancho de adobe hay una antena, y nuestro criollo abandona con frequencia el espectáculo extraordinario que le brindan sus tardes religiosas, para dar vuelta a la llave de su colector de ondas, inundando la estancia con la algarabía altisonante de una sesión del Consejo Deliberante, interrumpida a trechos con los espasmos convulsivos de la estridente campana presidencial.

CAPITULO III

TRATAMENTO

AI recorrer las páginas de nuestros analíticos tratados sobre las enfermedades y su tratamiento, es frecuente observar en la descripción de la patología y terapéutica de nuestros processos mórbidos, un hecho que por lo habitual pasa casi desapercibido. Los maestros dedican copiosas páginas a la descripción etiológica, sintomática y patologica de las enfermedades, y algunos renglones a su tratamiento.

el hecho en si real, positivo, es claramente demostrativo; demostrativo de que nuestra potencialidad terapéutica está en evidente retraso con la profusa indagación realizada hasta la fecha sobre la génesis y morfología de los processos patológicos.

Algo semejante ocurre con este improvisado capítulo con que debo cerrar hoy esta plática sostenida ante el calificado público de amigos de la ciudad que me escuchan.

En esta somera información consideraré primero lo que se ha hecho hasta ahora para conjurar el mal, y luego lo que podría hacerse para beneficiar a la población en el mismo sentido.
Como una manifestación previa, debo agregar de que al enunciar estas apreciaciones, he de considerar el aspecto de la urbe de un punto de vista general; como si las medidas a adoptarse tuvieran que correlacionarse para el tipo medio de su habitante que constituye la gran mayoría; no ocurriéndoseme de que puedan aconsejarse otras clases de medidas que las que determina esta primera consideración sin perder de vista la juventud de nuestra gran ciudad y su tonus general dinámico, expansivo y ruidoso. Pretender aherrojarla con disposiciones reglamentarias dictadas por los sentimientos represores que para corregir los ruidos pueden tener los hipersensibles, no creu que fueran medidas de legítima aplicación social.

Los hiper sensibles como lo expresamos anteriormente son en general los miembros de nuestro pequeño grupo intelectual, el mas electivo del punto de vista psíquico, y para él son posibles medidas de carácter especial, que pueden tomarse individualmente dentro de los propios hogares, y mismo para el desenvolvimiento del programa de vida, que cada cual puede ajustarlo a las exigencias de sus propios deseos. Entre los maestros, me refiero a los de mi gremio, hay una prática establecida que desgraciadamente no todos pueden solucionarla en igual forma, de abandonar la ciudad los sábados y domingos para buscar descanso a sus sentidos fatigados en la paz de albergues extra-urbanos.

Ya por otra parte muchos jefes de familias, preocupándose por una vida más higiénica, han adoptado la prática de establecer sus domicilios en villas, chalets, quintas, en parajes oportunos, fuera de la urbe, facilmente a ella vinculados, lo que les permite desenvolver sus obligaciones profesionarles diarias en la ciudad, permaneciendo en ella durante un número determinado de horas de labor en el día, y reservándose la facultad de poder retirarse con los suyos en las horas del reposo.

Parte de la población que figura en este núcleo mínimo y que no puede acogerse a estas ventajas por múltiplos razones, busca refugio en el descanso de vacaciones, eligiendo con cuidado las zonas de veraneo donde pueda realizar una verdadera cura de reposo, solución que por otra parte no es tampoco tan sentina dada la invasión que realizan los agentes morbosos de la civilización sobre nuestras plácidas campinas, montavas y balnearios.

Las medidas tendientes a conjurar los ruidos han constituido preocupación de las Academias Médicas. Del exámen que acabo de hacer sobre lo actuado en ese sentido por las Academias de Medicina de Paris, Nueva York y Buenos Aires, puedo informarles que son pocos los consejos y práticas reglamentarias aconsejadas en su calidad de cuerpos asesores. En la nuestra, mi colega el Dr. Ayarragaray se ha ocupado con evidente interés en varias comunicaciones, analizando los resultados prácticos de la actual ordenanza sobre la supresión de ruidos, y considerando que se podría obtener mejoría en los resultados, si nuestras autoridades edilicias prepararan un plan de aplicación bien ordenado, y se empeñaran en la supresión de los ruidos evitables con cuadrillas de policía especial y propaganda, consejos, patentes diferenciales o punitivas, multas y otras sanciones menores tendientes a refrenar los estruendos y gritaría mas o menos evitables e inútiles; imponiéndose sobre todo el especial cuidado de resguardar de las molestias auditivas a Escuelas, Hospitales y Asilos, y amparar también las horas nocturnas destinadas al sueno. Aconseja en esa misma comunicación no olvidar la creación de parques y plazas centrales y suburbanas de silencio es decir de refugio contra el ruido, mediante condiciones especiales en los mismos. La Municipalidad, - dice el colega referido -, posee para realizar esos oasis de reposo, numerosos terrenos baldíos que podrían aprovecharse.

Para las nuevas construcciones cabe el recurso que comienza a estar en boga, del empleo de materiales apagadores del ruido,.sencillo problema de arquitectura para ciertas habitaciones", muy especialmente las destinadas al sueno, recogimientos domésticos y de trabajos sobre tudo intelectuales; esta última indicación viene siendo ya considerada por los arquitectos de las grandes ciudades americanas, que utilizan materiales absorbentes o impermeables del bullicio en muros y piezas interiores que pudieran servir de refugio relativo contra los estruendos de la calle y los ruidos interiores.

Esta orientación del -problema, a solucionarlo por intermedio del refugio en La propia casa, se ha generalizado entre La gente pudiente de los Estados Unidos; y como tipo de este género de construcciones bastará que les recuerde La organización del Silentarium", La casa silenciosa" preconizada desde Turingla, Alemania.

El cabe nos ha informado sobre algunos aspectos de esta original construcción, con sus paredes construidas con material especial para la absorción completa de los ruidos; con sus escaleras de madera, de una clase de madera que evita el mas insignificante ruido al pisar sobre ella; con sus fallebas y cerraduras silenciosas, de modo que nadie sea capaz de notar cuando las puertas se abren o se cierran. Excusado es agregar que las bañaderas y grifos de agua no traducen ruido alguno durante su funcionamiento, en cuyo milagro se encargan metales y gomas especiales; en la casa no puede funcionar ningún aparato a sonido, y demás está agregar, la radio.

La acción particular, puede colaborar a solventar el problema, tratándose de que Las personas se molestan lo menos posible lasunas a Las otras, adoptando medidas que si se tomaran con un criterio de carácter general y comprensivo actuarían en forma altamente favorable para La solución del mal que nos ocupa. Esta actitud individual realizada por La masa tanto en sus domicilios privados como en La misma urbe, serla quizá el principio mas efectivo de una relativa solución del problema y ella podría desenvolverse como digo, en todos Los aspectos del ruido. Actuando así, La población sobre sus propios vehículos, vigilando de ques estén en órden, con motores silenciosos, con frenos que no rechinen, con bocinas no tan tonales a vibraciones graves, - siendo siempre Los sonidos muy agudos Los que mas molestan tos oídos del transeunte -, y con Las actitudes conciliatorias a tomar frente a Las mil variedades de ruidos; de los cuales uno de los mas molestos, el de Las radio bulliciosas, pueden modificarse sencillamente por La acción individual, sintonizando Los receptores respectivos y dándoles un mínimo de potencia suficiente para gustar La transmisión sin necessidad de que Las ondas traspasen el perímetro de La propia casa, y con mas razón del departamento, tan en práctica como vivienda en La ciudad.

La acción social también ha de tener algún beneficio. La organización de conferencias, tal como La que motiva ésta, que me cabe realizar hoy; La acción de sociedades o núcleos sociales,
han conseguido en parte aportar remedios para el problema, y ya me he referido a la acción eminentemente plausible de Amigos de la Ciudad, que al igual de tantas otras sociedades o nucleos representativos que actúan en países bulliciosos, constituyen verdaderas entidades de amigos del silencio, por supuesto, adversarios denodados del ruido ; tal como la escuela anti-ruidista que funciona en la Gran Bretaña, cuyo fin es el de enseñar al público los peligros del ruido y las maneras de prevenir-se de él; sociedad esta última que tiene un verdadero fundamento técnico por cuanto sus componentes lo integran en buena porporción famosos ingenieros y arquitectos, vale decir los elementos mas vinculados con la mecánica y por ende cientificamente responsables de los ruidos de la ciudad, que son en su gran totalidad el efecto de la mecánica en acción. Lo mismo podría decir de la gestión que realizan las mismas fábricas productoras de los aparatos generadores de ruidos, para que éstos sean por lo menos más tolerables, tal las fábricas de automóviles y motores en general para el tráfico, que rivalizan en estos momentos para adaptar a sus marcas correspondientes de eficaces silenciadores de motores.

En nuestra ciudad no podemos tampoco quejarnos en forma rigurosa, de que no se haya producido con la misma finalidad una acción de gobierno, acción que yo reputo de imprescindible necesidad en su ejercicio. En efecto la intervención eficaz edilicia se traduce por la actual implantación de una ordenanza promulgada por nuestra Municipalidad sobre represión de ruidos molestos cuyo exámen detenido, me permite afirmar que las autoridades edilicias han encarado el problema de la supresión del ruido con una disposición reglamentarla muy completa, ya que si se llevara a la práctica cuotidiana habría de producir andes beneficios. Esta ordenanza que consta de 28 articul y en cuya creación ha intervenido muy eficazmente el Sr. Concejal Rouco Oliva que ma hago un deber de señalar por considerarle un amigo del silencio y un amigo de la ciudad, consulta tan oportunamente toda la variedad de ruidos inoportunos represibles, que de la lectura detenida que acabo de hacer de ella así como de las modificaciones introducidas posteriormente en algunos de sus artículos, como la realizada en Julio de este mismo ano modificando el art. 10 de la ordenanza 5388, que es la ordenanza a que me refiero, puedo afirmar de que a mi no se me ocurre agregar enumeración de nuevos ruidos ni modificación de ninguno de los nombrados, entre los ruidos molestos que deben ser objeto de represión, porque es necesario afirmarlo también, de que es un problema difícil que se plantea a priorizarte cualquier organización reglamentaria, de deslindar las sutiles fronteras que separan los ruidos evitables de los inevitables.

Creo de que, la falta de aplicación de la ordenanza, en la práctica diaria, se debe a dos motivos fundamentales; el primero de que la ordenanza no es bien conocida por nuestro habitante de la ciudad en general, y desde aquí aprovecho esta oportunidad para manifestar de que los diarios deberían difundir su texto con mas frecuencia con el objeto de poner en conocimiento de que por lo menos en teoría hay una ordenanza Municipal represiva de los ruidos molestos, que consulta los verdadeios intereses de la población. La segunda causa, y a mi juicio mucho mas importante, y que no admite réplica, es que la ordenanza no se aplica porque el público no encuentra cómoda la práctica de la ejecución represiva, práctica que debe de realizarse por la vía del expediente o corriente que dificulta tanto el tramite policial de cualquier índole que el ciudadano quiera ejercitar en cualquier momento, y hace de que el habitante renuncie ala gestión ejecutiva de una aplicación reglamentaria. Vds. todos saben, porque alguna vez han tenido que apelar a la ayuda de la Comisaría local, las vueltas y revueltas que tiene un reclamo de cualquier índole, las dificultades de la práctica del sumario, las citas repetidas, que concluyen por fatigar mas el sistema nervioso de cualquier vecino pacífico reclamante, que el objeto del reclamo.

Que modifique el gobierno esas prácticas haciéndolas mas ejecutivas; que disponga la Municipalidad de un verdadero cuerpo represor con facultades inmediatas para actuar sobre el terreno, que se establezca en resumidas cuentas una policía edilicia especia?., que pueda ser ejecutiva y llevar a la práctica las disposiciones del articulado de la ordenanza N.° 5388, y creo yo que la ciudad conseguirá verse despojada de ese oleaje de ruidos diurnos y nocturnos que tanto perturban al pacífico vecindario.

En cuanto a los últimos, me refiero a los ruidos nocturnos, bastará que nuestra Municipalidad adopte un temperamento parecido al que acaba de poner en práctica la Comuna de Berlín, para que el resultado pueda ser inmediato. Los últimos viajeros llegados de aquella capital se muestran sorprendidos del silencio nocturno que se ha logrado con una simple medida de órden: la supresión total, a ciertas horas de la noche, de las bocinas y campanas de los vehículos. Los avisos todos se realizan mediante senas de luz. Si la nuestra, adoptara este procedimiento suprimien do durante la noche las bocinas y campanas de los tranvías, obligando a estos a manejarse con señales de luz, y resolviera de que los agentes de tráfico en las boca calles establezcan las indicaciones del mismo con senas de luz en lugar de pitos, el problema entraría, por lo menos para el período dela noche en la vía de una provechosa solución.

Creo por consiguiente que de llevarse ala práctica en forma eficiente la ordenanza especificada por nuestro gobierno comunal y si la completaran con los suplementos que ha mencionado, podría Buenos Aires retomar algunos nostálgicos aspectos de la ciudad casi colonial que conocimos en 1900, y de que a buen seguro el nuevo aspecto polifónico sensorial auditivo de la urbe, ya no podría servir de base al gentilísimo cantor de la ciudad épica (me refiero a García Sanchiz, que acaba de agasajarnos con sus tres últimos retablos), para presentarnos a Buenos Aires con su dinamismo ensordecedor.

Insisto pues al considerar la terapéutica de forma, de que es fundamental de que el gobierno comunal busque el modo de hacer ejecutiva su ordenanza. Solo por medio de ordenanzas que tengan efectos ejecutivos, se conseguirán resultados parecidos a los que nos informa el cable en gobiernos comunales que siempre para nosotros nos han servido de escuela. Les recuerdo con este motivo, haciendo resaltar la eficiencia ejecutiva de la reglamentación comunal de Paris, que nuestro Embajador en Francia, Dr. Le Breton tuvo que condenar al ostracismo sacándolos del jardín interior de la Legación, a dos teros que le recordaban la patria ausente, pero que molestaban sensiblemente con sus votes anunciadoras a los habitantes de un hotel próximo.

La Municipalidad ha de encontrar también resortes efectivos para una mejor terapéutica del cuido excesivo disponiendo en forma efectiva que se disminuya el dinamismo del ritmo en el tráfico motorizado y electrificado de la ciudad; y conseguirá con ello, no hay duda alguna modificar sensiblemente en forma favorable cantidad de graves inconvenientes que se suscitan a diario, con esta espantosa movilización que nos toca tolerar de autobuses y demás elementos rodantes tendidos a carrera vertiginosa sobre las grandes vías del municipio. A la disminución de la velocidad iría aparejado un ejercicio mucho menos activo y menos violento del toque de las bocinas y de las paradas de los frenos.

Si a ello se une la acción conjunta de todas las otras Instituciones públicas dentro de las cuales hay generación de ruidos excesivos (Correos y Telégrafos entre ellas ha dado un principio de ejecución a esa obra reemplazando los antiguos métodos de transmisión en las salas de telégrafos por otros silenciosos), creo yo que con la práctica efectiva de las mencionadas, podremos actuar en forma eficiente para que el ruido excesivo de la cuidad se suprima en la medida de lo posible y deje de ser el tormento a que ha llegada hoy con la violencia de su producción.

Claro está, señores, de que este aspecto de la terapéutica corresponde a lo que podríamos llamar la terapéutica de forma y también terapéutica del momento, por cuanto hay una terapéutica de fondo que no puedo dejar de silenciarla por considerarla la terapéutica esencial.

En estos momentos mundiales, llenos de escollos enigmáticos, en esta desgarradora época cuyas masas ya apenas son susceptibles de direcciones cultivemos la cultura dentro de nuestra democracia, como única tabla de salvación de esta libertad individual tan preciada, que solo acepta como limite el derecho de ]os demás, y que el concepto de democracia estatuye en sus bases constitucionales.

Fomentemos esa cultura que no es palabra vana, sino una forma, una figura, un ritmo individual peculiar en cada caso, categoría del ser, no del saber, o del sentir, concepto de humanización que debe colocar al hombre con su conciencia frente al Mundo, que le lleva bacia un concepto constitucional del mismo ; que transforma al hombre-animal, en el hombre-espíritu; que podrá permitirle ser intérprete de las aladas estrofas de Schiller "Serenamente reclinado en las Gracias y en ias Musas, aguardo el acera que me amenaza desde el blando arco de la necesidad".

Ser hombre en el sentido de esta acepción ideal no es fácil. No basta con la técnica, ni con el aprendizaje. La técnica no le eleva a esa categoria de humanitas, a esa auto-manifestación de ser espiritual. Sin la noble asociación de la cultura, por el contrário la técnica puede conducirle a la imposición de una barbarie científica y sistemática, la mas espantosa de las barbaries imaginables.

El animal, por lo menos el vertebrado superior, tiene gérmenes de inteligencia técnica que le son comunes. El propio saber, que es la expresión mas alta de la técnica, de hada ha de servirle en ese proceso de humanización, si no hace de ese saber un saber culto. Saber, según la definición de Max Scheler "saber completamente preparado, alerta y pronto al santo, en cada situación concreta de la vida; saber convertido en segunda naturaleza y plenamente adaptado al problema concreto y al requerimiento de la hora, ceñido como una piel natural, no como un traje confeccionado".

Nuestro paises jóvenes forzados por el dinamismo de su marcha, y su responsabilidad frente a las adquisiciones de la técnica, aún no han encontrado el tiempo suficiente para robustecerse en esta impregnación que yo reputo primordial para afirmarles en un contenido ético. Su barniz de presunta cultura soberbia, reflejada por la mayoría de la élite, de los que detentan el cetro de su técnica, con su sensacionalismo, con su extravagancia, con su estruendo, con su inoportunismo, con sus mezquinos personalismos, con su vil utilitarismo, revelan desde lejos y a priori su manifiesta incultura.

Necesitan dentro de su clase espiritual dirigente, educarse, para elevar el nivel de las aplicaciones de su técnica, en un proceso de cultura del espíritu que abandone las viejas y exclusivas fórmulas de la ciencia por la ciencia y del arte por el arte; con ello ha de dar directrices bien definidas a las formas de su saber; han de dar fuerza a su saber, - crecimiento funcional del espíritu en el proceso deconocimiento -, y han de servir de bases dentro del desenvolvimiento de la Nación para la estructuración de las masas, porque es de aquellas fuerzas que depende en primer término la formación de esta estructura, que ha de penetrar las muchedumbres, y ha de plasmar en las masas su nivel cultural, estructuración que no solo afecta a la inteligencia y el pensamiento sino también a las funciones del sentimiento, lo que la vox populi llama los mandatos del corazón, porque no hay solo una cultura del pensamiento, y una cultura de la voluntad ; existe también una cultura de los sentimientos y una cultura del respeto mutuo en la vida de sociedad.

Consigamos de que nuestra clase dirigente sea una clase culta en la máxima expresión del vocablo, y habremos dado con la inevitable penetración que ella tiene sobre la sociedad, un paso en firme, en defensa de los sagrados principios de democracia que nos legaron nuestros antepasados ilustres, y nos entregaron en custodia para hacerles respetar ante la historia de las Instituciones.

Es en el cultivo de esta cultura social, expresamente legislada por nuestra Constitución, al asignarmos como hijos de esta tierra de paz y de libertad un derecho que solo está limitado por el derecho de los demás, que encontraremos la fórmula terapéutica que ha de amortiguar el bullicio de la ciudad, reduciéndolo a los limites tolerables.

Me direis, amigos oyentes, que estas son fórmulas abstractas que no solucionan por el momento La terapéutica del mal social, que ha pretendido considerar, en estas deshilvanadas apreclaciones a vuelo de pájaro. Pero aún a trueque le llegar a temer de que solo consiga agregar un nuevo ruido más al desarmónico de La urbe inculta, pienso, señores, de que sin necessidad de hundirnos en La compleja especulación de este problema de cultura que obligadamente se me ha mezclado en La recela que deseaba ofreceros; pienso que La historia nos ofrece quintaesenclada, en el saber de salvación, La base intangible, breve como un axioma, simple como un mandato, en cuya esencia está La solución de este mal urbano.

La voz trasunta a siglos y se prolongará en el tiempo y en el espacio. Ha nacido en los predios de Genesareth, entre tortuosas y humildes callejas, alineadas a su borde Las pequeñas tiendas, sin mas arquitectura que una puerta, una cocina y una alcoba, y sin mas ornato que alguna estera, algunos cojines en el suelo, uno o dos vasos de arcilla, y un cofre pintado.

Es una voz santificada por el martirio.

Es mas dulce que los más dulces acordes de una Pasión de Bach, es mas sonora y ejecutiva que Las mas estupendas sonoridades con que Wagner encarnó los grandes movimientos de su genial tetralogía.

Es La voz del Nazareth, arrobante, perenne, infinita, oidla:

Respetaos los unos a los otros;

No hagas a tu prójimo lo que no quieras para ti.

Vedla... Se proyecta La sentencia.

Frente a los cañones que rugen, frente a los aviones que estruendan, frente al ruido infernal de hermanos que se matan, de pueblos que se odian, de tendencias sociales que se aniquilara, frente a Las brutales palabras - quia nominor lupo - que el hombre fiera desata sobre los tímpanos del hombre cordero, La voz del Galileo, arquetipo de a unidad de un estilo, en La intención, en el pensamiento, en La concepción, en La valorización y en el tratamiento del Mundo, arquetipo del hombre deificado por su propia cultura, transpondrá los mares y los montes, e impregnará para siempre los oídos del Mundo, con su místico acento de dulzura y de amor.

Y en esas palabras, señores, - repetidas en el mutismo de una proyección, encontraremos siempre el remedio para el mal social que nos preocupa.




(*) Conferencia pronunciada no "Instituto Popular de Conferencias" de Buenos-Aires.
Indexações: MEDLINE, Exerpta Medica, Lilacs (Index Medicus Latinoamericano), SciELO (Scientific Electronic Library Online)
Classificação CAPES: Qualis Nacional A, Qualis Internacional C


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